viernes, 7 de mayo de 2010

Celos

Ella es mi princesa,
delicada dama de cuento de hadas.
La que no siente deseo hacia otros caballeros.
La que no besa,
ni toca, 
ni hace marranadas.


No chupa, 
ni moja, 
ni folla, 
ni nada.


Está en este mundo para ser contemplada.


Yo soy su afortunado guardián.
Tan sólo yo la cambio, 
la toco, 
la beso
y tengo el poder de calentarla.


Envidiosos cortesanos, harpías lagartas...
Todos quieren corromperla y levantarle la falda.
Pero ella no se deja, 
ni flaquea,
ni se espanta.


Sólo piensa en su guardián
y en la próxima vez que vuelva a visitarla.




                                                                                                                
Las mujeres también son infieles, sienten atracción por otros hombres (sí, varios a la vez incluso...), disfrutan del sexo como algo físico sin necesidad de ligarlo al afecto, les gusta provocar y ser deseadas, a veces ser un poco zorras...
Exactamente como tú, querido hombre celoso.
Cuanto antes lo aceptes, antes podrás lidiar con la fina línea que separa fidelidad y libertad.
Y basta de hipocresía


Y basta de maltrato.

Sergi